Mama Antula será la primera santa argentina

María Antonia de Paz y Figueroa se convertirá en 2024 en la primera santa del país, luego de que el papa Francisco autorizara la promulgación del decreto de un milagro atribuido a su intercesión. La vida de una mujer adelantada a su tiempo que nació en Santiago del Estero en 1730 y murió en Buenos Aires 69 años después.

El pueblo quechua la bautizó Mama Antula. Era un derivado de su nombre en la lengua que había adoptado. María Antonia de Paz y Figueroa había nacido en 1730 en Villa Silípica, provincia de Santiago del Estero, en el seno de una familia acomodada. Fue una mujer que vivió fuera de su tiempo histórico. Convivió en un país colonial con una concepción de vida patriarcal, de rangos jerárquicos, que esperaba de ella y del resto de las mujeres que oculten y silencien cualquier vestigio de independencia y rebeldía como saber escribir y leer. No pudieron con ella. Se rebeló al mandato cultural del siglo XVIII y al credo familiar que respetaba los estereotipos femeninos de la época: a los quince años desafió a su padre al avisarle que no se casaría ni sería monja.

Durante la audiencia que el Papa Francisco concedió este martes al cardenal Marcello Smeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Pontífice autorizó que se promulgara el decreto sobre el nuevo milagro atribuido a la beata argentina María Antonia de San José, también conocida como Mama Antula, informó la oficina de prensa vaticana. Esto significa que Mama Antula (diminutivo en quechua de Madre Antonia, idioma que ella hablaba), cuyo nombre original era Antonia de Paz y Figueroa, podrá ser consagrada santa, dado que el segundo milagro a ella atribuido fue reconocido como tal por el Dicasterio para la Causas de los Santos, máxima autoridad en esta materia dentro del Vaticano.

En los albores de la patria decidió vestirse de varón y ser laica jesuita. La rebeldía le causó secuelas: la expulsaron de su casa. Se instaló en el beaterio de los jesuitas. Rechazó su apellido, renunció a la riqueza de su familia, adoptó el nombre de María Antonia de San José. “Siendo aún joven, pronto entró en contacto con la espiritualidad ignaciana. En 1745 vistió el hábito de ‘beata’ jesuita mediante la emisión de votos privados y comenzó a llevar vida comunitaria junto a otras consagradas. Bajo la dirección del padre jesuita Gaspar Juárez, se dedicó a la educación de los niños, al cuidado de los enfermos y al socorro de los pobres”, rescata un portal del Vaticano.

Hacia 1767, volvería a sublevarse ante los preceptos establecidos. Reforzaba su rol de mujer empoderada, disruptiva. Se había comprometido a una misión, había abrazado la campaña de la Compañía de Jesús. El 9 de agosto, el rey Carlos III ordenó disolver la obra jesuítica: a partir de entonces, el trabajo social y espiritual de los jesuitas estaba completamente vedado. Cuando los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la corona española, escuchó una voz interior que la convocaba a ser la heredera: tenía 36 años y se consideraba hija espiritual de la Compañía de Jesús. Quería seguir llevando la palabra de dios a través de los ejercicios espirituales del apostolado.

“Ya con 37 años, perseveró en su intención de seguir organizando cursos de Ejercicios Espirituales. Entre 1768 y 1770, los participantes vivieron el tiempo de retiro durante varios días, recibiendo orientación y reflexionando sobre sus vidas. Para este proyecto contó con el pleno consentimiento de su confesor y del Obispo de la ciudad de Santiago del Estero, donde abrió una casa”, describe el Vaticano News la vida de Mama Antula.

Su meta era llevar a dios a donde no lo conocían. Desde Silípica hasta Loreto, Salavina, Soconcho, Atamisqui, las provincias de Catamarca, La Rioja, Jujuy, Salta y Tucumán. Caminó más de cuatro mil kilómetros descalza por todo el virreinato para continuar con el legado a pesar de la prohibición. Su misión era visitar las regiones pobres del nordeste argentino para promover los ejercicios espirituales y en apenas ocho años, consiguió ofrecer los ejercicios espirituales a setenta mil personas.

Su método consistía en llegar a un pueblo, presentar los permisos ante las autoridades y dictar un curso de diez días de duración ante cualquier interesado, sin importar escalafón social. Llegó a Buenos Aires en septiembre de 1779, después de un arduo viaje. El Virrey y el Obispo le negaron el permiso para dictar los cursos de ejercicios, hasta que los retiros empezaron a proliferar y alcanzaban una espiritualidad profunda entre los fieles. Los grupos crecían hasta los 200 integrantes. El Obispo advirtió este fenómeno, cambió de opinión y autorizó a Mama Antula al ejercicio de sus cursos. Tanto que inició la construcción de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en la Avenida Independencia 1190. “Peregrinó de puerta en puerta con el fin de recaudar fondos para la construcción de la Casa de Ejercicios. Sus esfuerzos también fueron conocidos en Francia y su epistolario fue traducido posteriormente a varios idiomas”, detalla la nota.

“Acusada de loca y de bruja, el peso histórico de Mama Antula en los sucesos independentistas de la Argentina quizá haya sido más importante que el religioso, aunque ahora se encuentre olvidado”, apunta la Agencia Informativa Católica de Argentina, donde fomentan la premisa de que es una de las madres de la patria, dado que en sus rutinas de ejercicios espirituales participaron varios próceres de la independencia, como Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga y hasta el Virrey Santiago de Liniers.

Murió once años antes de ese hito, el 7 de marzo de 1799 a los 69 años. Fue enterrada en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced de la calle Bartolomé Mitre de Buenos Aires, luego trasladada a la Basílica de Santo Domingo y finalmente conservada en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced de Buenos Aires. A su muerte se calcula que entre setenta y ochenta mil personas se habían beneficiado de la experiencia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.

“Los primeros datos importantes que nos llamaron la atención fueron todas las manifestaciones de rebeldía de Mama Antula. En la época colonial, en la que la mujer estaba silenciada totalmente, decidió dejar una familia muy asentada económicamente para dedicarse al servicio de los más humildes e intentar plasmar los ejercicios espirituales de los jesuitas incluso después de que fueron desterrados de toda América en 1767″, describió Nunzia Locatelli, periodista, investigadora y escritora, ferviente devota de la historia y el legado de Mama Antula. Con su colega Cintia Suárez firmaron cuatro libros sobre su vida.

Suárez la describió como “una mujer que supo sobreponerse a la adversidad y llevar adelante una misión que, aunque iba en contra de la disposición del rey y del papa Clemente XIV, decidió llevar a cabo porque era necesario para la comunidad. Fue pionera de los derechos humanos en Argentina, es considerada la primera escritora rioplatense, siempre fue una innovadora, lo cual le valió el rechazo y hasta la violencia. Al día de hoy es un ejemplo de superación, un ejemplo para cualquier mujer que se encuentra en una situación adversa y puede inspirarse en su figura para empoderarse”.

Mama Antula fue la primera causa de canonización que envió Buenos Aires a la Santa Sede, pero por años quedó “dormida”, hasta la llegada del jesuita Jorge Mario Bergoglio al Arzobispado de Buenos Aires, cuando fue reactivada. El proceso de beatificación comenzó en 1905 y concluyó el 27 agosto de 2016 en Santiago del Estero. La fiesta religiosa, en esa oportunidad, tuvo lugar en Santiago del Estero, y la encabezó el propio Cardenal Amato, enviado por el Papa, quien dijo: “María Antonia era conocida en la iglesia por su extraordinaria labor, el carisma de nuestra beata consistía en arrancar el mal del corazón del hombre y plantar la semilla del bien, fue una incansable misionera, mediante la práctica de los ejercicios espirituales”.

El último 7 de marzo, el papa Francisco había anticipado lo que se terminó de develar este martes 24 de octubre: “Está muy cercano el tiempo que pueda ser santa”. Así lo designa el decreto de la congregación de las Causas de los Santos, que dice: “Durante la audiencia concedida el martes por la tarde a su eminencia reverendísima el Sr. Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio de las causas de los santos, el Sumo Pontífice ha autorizado al mismo dicasterio a promulgar el decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la beata María Antonia de San José (Antonia de Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula, fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires; nacida en 1730 en Silípica, en Santiago del Estero (Argentina) fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires (Argentina)”.

La canonización se celebrará en la Plaza San Pedro a inicios de 2024. Entonces, Mama Antula se convertirá en la primera santa argentina y se sumará a los cuatro santos que actualmente tiene el país.

El tercer y último paso en el proceso de canonización es la verificación de un segundo milagro, siempre de parte de científicos y expertos. En el caso de Mama Antula fue la curación en 2018, sin explicaciones científicas, de un hombre de Santa Fe que había sufrido un ACV (Accidente Cerebro Vascular) y a quien los médicos del hospital de Santa Fe donde estaba internado, habían dado poco tiempo de vida. Su familia había implorado a Mama Antula por su curación. El paciente tuvo una recuperación inesperada y sin explicaciones científicas. En 2019 se reabrió la causa de canonización que concluyó con el decreto firmado hoy por el Papa Francisco.

Mama Antula murió en 1799. Sus restos se encuentran en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced de Buenos Aires.

En Constitución, la casa de Mama Antula conserva una túnica y el bastón de la beata

La Santa Casa de Ejercicios Espirituales es un "oasis de paz" en medio del "caos del centro porteño", señaló el monseñor Ernesto Giobando, quien consideró a la beata como una de las mujeres "más audaces del siglo XVIII".

La Santa Casa de Ejercicios Espirituales, ubicada en el barrio porteño de Constitución por iniciativa de la beata santiagueña María Antonia de Paz y Figueroa, conocida popularmente como Mama Antula, es un "oasis de paz" en medio del "caos del centro porteño", señaló el monseñor Ernesto Giobando, quien la consideró una de las mujeres "más audaces del siglo XVIII",

Ubicada en Avenida Independencia 1.190, el predio ocupa casi toda una manzana es una de las construcciones más antiguas de la Ciudad de Buenos Aires, con lugar para aproximadamente 120 ejercitantes.

En una de sus habitaciones murió la beata, que se convertirá en la primera santa argentina, según anunció el Vaticano.

En diálogo con Télam, el monseñor Ernesto Giobando aseguró que están "muy agradecidos" por la canonización de Mama Antula, una mujer que "asumió una misión apostólica muy concreta mediante la difusión de los ejercicios espirituales", los que llevó adelante en varias provincias, en ese momento del virreinato del Río de la Plata.

"Cuando llega a Buenos Aires más de 70.000 personas habían hecho ejercicios espirituales. Luego, en el año 1790 comienza la construcción de esta casa con los medios que tenía a su alcance", comentó.

Con una arquitectura austera típica del estilo colonial de la época, la casa fue construida con la autorización del virrey Vértiz y del Cabildo para recibir a un gran número de ejercitantes.

Actualmente, en la casa viven las hermanas de la Sociedad de Hijas del Divino Salvador, que es la congregación que se inspira en Mama Antula, acompañadas por laicas consagradas que llevan adelante su obra.

El predio cuenta con ocho patios y un espacio en donde funciona el "refugio de María", donde viven 18 mujeres en situación de calle de manera temporal.

Largos pasillos con habitaciones contiguas rodean cada patio, unas 45 en total, y un sinfín de faroles alineados alumbran los pasillos internos, que llevan a las distintas capillas, el comedor y la cocina del predio.

En una de las antiguas celdas vivió y murió María Antonia de Paz Figueroa, lugar en donde se encuentran algunos elementos personales como una túnica, su tradicional bastón con forma de cruz que llevaba consigo a todos lados, y un leño que fue utilizado como señal en el sepulcro de la beata, cuyos restos fueron hallados el 25 de mayo de 1867 en la Iglesia de la Piedad.

"Al recorrer la casa uno va descubriendo la impronta de esta mujer, que fue una de las más audaces del siglo XVIII. Estamos hablando de 250 años atrás, donde la mujer tenía un rol muy específico en la sociedad y ella se animó a cosas grandes", expresó.

Y agregó que durante esa época los jesuitas habían sido expulsados y "no era bueno hablar de ellos y su obra".

"Ella emprendió esa obra que habían dejado con gran coraje y marcó rumbo e inspiró a muchos y muchas. En esa casa no sólo había lugar para los ejercitantes sino también para las mujeres más excluidas, para las esclavas, prostitutas y menores que estaban abandonadas. Ella fue como su madre, por eso su apodo", amplió.

En ese sentido, el monseñor destacó que al morir en 1799, Mama Antula dejó un testamento en donde expresaba su voluntad de que la casa sea llevada adelante por mujeres.

"Aquí hay dos hermanas y seis laicas que se encargan de la casa y reciben a quienes realizan retiros temporales durante dos, tres o hasta cinco días. Es una casa que está inspirada para los ejercicios espirituales", añadió.

El silencio es una de las principales características del lugar que, a pesar de estar ubicado a metros de una de las avenidas más anchas de la ciudad, queda aislado de las bocinas y los ruidos.

Con cuadros de su historia e imágenes religiosas que datan del 1800, los pasillos con vigas de madera expuesta son alumbrados por una tenue luz que ingresa de los distintos ventanales que dejan ver sus pisos conservados y originales.

Además, en una de las capillas se encuentra una de las primeras figuras traídas a Buenos Aires de San Cayetano, encargada por Mama Antula a Europa, una fiel seguidora y quien se encargó de difundir su palabra.

Visitas guiadas

Los primeros domingos de cada mes se realiza una visita guiada del lugar y los primeros sábados de cada mes hay un retiro abierto, inspirados en los que hacía la beata, para aquellos que quieran acercarse para rezar, indicó el monseñor.

Con información de Infobae, Télam y Página/12

 

 

 
   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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