Opinión: Carlos Alberto Torres
La historia no contada del 25 de Mayo de 1810
En este acto alusivo a una fecha histórica para nuestro país,
me toca compartir con Ustedes una referencia a tales hechos que nos
han quedado muy adentro de nuestra memoria como ciudadanos que vivimos
en libertad y prosperidad. Al menos eso creemos.
Les pido a Ustedes, estimados Alumnos que presten atención
y oído muy sereno a las reflexiones que les quiero compartir.
Y a mis Colegas les pido que de ser necesario y pertinente, contribuyan
a que estas palabras mías sean desmenuzadas cuantas veces se
pueda si desde lo más amplio de sus significados describen
o redescriben esos momentos que con este Acto estamos recordando.
En primer lugar les presento esta idea: la denominada Revolución
de Mayo no es el cumpleaños de la Patria. Ustedes se preguntarán:
“¿Y qué hacemos acá adornados de colores
celestes y blancos por todos lados?”. No se desanimen, pues
el que nos debe la respuesta es un personaje de nuestra historia devenido
en prócer, al que encontrarán en los billetes de $2,
el General Bartolomé Mitre, el misterioso triunfador en una
batalla que tenía irremediablemente perdida, la batalla del
arroyo de Pavón en provincia de Buenos Aires. Desde ese momento,
la historia argentina es llevada ciegamente por un intencionado camino
según los intereses políticos y culturales que buscan
un modelo de país a la europea, menospreciando las raíces
y tradiciones de nuestros pueblos.
Ese famoso General Mitre, fundador del Diario La Nación que
aún hoy circula y se compra en nuestros kioscos, el mismo que
en nuestra Villa Mercedes tiene una muy importante avenida ofrendada
a su memoria, es uno de ese puñado de intelectuales que decidió
armar el panteón de los próceres según su parecer,
y resaltar fechas de importantes acontecimientos políticos
pero matizadas con la valoración que ellos querían.
Una de esas fechas es el 25 de mayo de 1810. ¿Ustedes saben
desde cuando se festeja el 25 de mayo? Parece ser que la llamada “Semana
de Mayo” es una teatralización muy idealista del escrito
“Memorias Curiosas” que le pertenece a un tal Juan Manuel
Beruti, y también de una serie de relatos particulares de personajes
que fueron activos participantes en aquellos días de 1810.
Resaltar el 25 de mayo toma forma con ese movimiento cultural y político
llamado Generación del 37 que era un grupo de jóvenes
que en el año 1837 unen sus esfuerzos e ideas en una agrupación
que se llegó llamar Asociación de Mayo, y son ellos
los primeros que hablan y hacen que creamos en una Revolución
de Mayo. De todos ellos, don Bartolomé Mitre retoma sus ideas
y así va dando forma definitiva a lo que hoy pretendemos celebrar.
El 25 de mayo de 1810 no había noticieros, no había
móviles en vivo ni periodistas que relataran los acontecimientos.
Nada quedó filmado por una cámara o captado por una
máquina fotográfica. El rating por la mejor toma o el
mejor reportaje no existía. Tan solo nos tenemos que valer
de testimonios escritos y relatos orales, con el peligro de que puedan
ser descripciones parciales del hecho, o más aún ser
tendenciosamente analizados. Pero a pesar de ello, algo nos ha quedado:
los mitos del 25 de mayo.
Con esta denominación se hace referencia a todos esos detalles
que hay adentro y afuera del Cabildo de Buenos Aires, que todos los
argentinos ingenuamente hemos creído. No les estoy diciendo
que el 25 de mayo no existió ni que es una fecha sin importancia
histórica, pues creo que lo necesario es aclararnos lo que
se puede aclarar.
Todos hemos estudiado, hemos escuchado y seguramente lo seguiremos
haciendo, que en el Cabildo del 25 de mayo de 1810 nace la Patria
porque se forma el Primer Gobierno Patrio. Y que los nueve hombres
que formaron la Primera Junta son los abnegados héroes en el
parto de la nuestra libertad. Lamento mucho decepcionarlos, pero toda
esta historia no es tan real como nos la han contado. Puede que yo
esté equivocado, o lea mal con los lentes puestos, pero he
visto que en las Actas del Cabildo del 24 de mayo y 25 de mayo, refiriéndose
a esos miembros de la Junta de Gobierno dicen que “de rodillas
y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios prestaron juramento
de desempeñar legalmente el cargo, conservar íntegra
esta parte de América a nuestro Augusto Soberano don Fernando
VII”. Y la Proclama del día siguiente, el 26 de mayo
dice que es un deseo eficaz de la Junta de Gobierno elegida en el
Cabildo “el sostén de estas posesiones de América
en la más constante fidelidad y adhesión a nuestro muy
amado Rey y Señor Don Fernando VII”. ¿Les cambié
la historia, no? Pues yo creo que no. Me permito contarles a Ustedes
lo que he leído de varios historiadores, y en todos ellos encuentro
un común denominador: la historia del 25 de mayo es muy compleja
y enredada como para comprenderla de una sola leída. Es entonces
nuestro deber releerla mejor.
En mi opinión, puedo adherir a lo que dice el historiador Federico
Ibarguren que la consigna aventurada en el Cabildo Abierto del 22
de mayo y adoptada al fin el día 25 fue esta: “contra
Napoleón; con o sin el Rey”. Aquel Fernando VII ya estaba
preso bajo el dominio del poderoso general francés Napoleón
Bonaparte. Entonces, en la ciudad capital del Virreinato del Río
de La Plata había una encrucijada: es hora de declararnos independientes
o mantenernos con la máscara de fidelidad al Rey prisionero
para ocultar los intereses independentistas y así no hacer
enojar a su Majestad Británica por ese entonces aliada de la
humillada España.
Sí. Aunque Ustedes no lo crean, en ese pretendido grito de
libertad del 25 de mayo, aquellos revoltosos hombres se cuidaban de
no dañar con los acontecimientos políticos el muy generoso
y fructífero comercio con Gran Bretaña. O sea que la
Patria del 25 de mayo nació bajo la atenta, celosa y astuta
mirada de los parteros ingleses. Entonces sí se puede entender
por qué en esa heterogénea Junta de Mayo los próceres
que hoy nombramos estaban divididos, enfrentados en dos grupos: uno
encabezado por el coronel Cornelio Saavedra, uno de los héroes
de la Reconquista de la ciudad de Buenos Aires tras las invasiones
inglesas, y encargado de hacer pesar el poder militar en las decisiones
del 24 y 25 de mayo; y el otro bando estaba encabezado por un joven
y lúcido abogado, representante de los intereses comerciales
británicos en el Río de La Plata, el Dr. Mariano Moreno.
Acuérdense Ustedes que en nuestra ciudad, como en tantas de
nuestro país, hay una calle y una escuela que lleva su nombre.
La gran pelea entre Saavedra y Moreno era la forma de capitalizar
hacia la independencia los hechos de la Semana de Mayo, que dicho
sea de paso no fueron 5 días sino 3. El militar quería
que la forma de gobierno después del 25 fuese decidida en un
Congreso que reuniera a los representantes de todas las Provincia
del Río de la Plata, en cambio el iracundo abogado pretendía
que la suerte de todo el Virreinato quedara en manos de la ciudad
de Buenos Aires, la “hermana mayor” como la definió
el Dr. Juan José Paso, otro de los Secretarios de la Junta
de Mayo.
Algunos historiadores ven en esa primer pelea entre políticos
que tuvo la Patria, el origen de lo que después se encarnó
como la sangrienta lucha entre unitarios y federales. Tan al extremo
llegó la diferencia de opinión que don Mariano Moreno,
el hombre mas respetado y aplaudido por la historia armada desde Bartolomé
Mitre, no dudó en mandar a asesinar a todos aquellos que se
oponían a las pretensiones hegemónicas de Buenos Aires
con la excusa de salvar a la Revolución. Y el mejor alumno
para cumplir con el terror ordenado por Moreno fue Juan José
Castelli, otro miembro de la Junta de Mayo. Él fue el gran
encargado de cumplir y hacer cumplir las órdenes de Moreno
de fusilar a los que se opusieron a la revolución, entre ellos
a Santiago de Liniers, héroe de la Reconquista; también
los ajusticiamientos en el Alto Perú. Castelli fue el gran
orador en el Cabildo, con la idea de una Junta sin el Virrey Cisneros;
murió de cáncer de garganta.
A todo esto, ¿qué sentido tienen entonces los colores
celeste y blanco que adornan este Acto? Pues ninguno. Es verdad que
en todo cumpleaños hay globos, entonces sería mejor
que los guardemos para el verdadero cumpleaños... el 9 de julio.
Mientras tanto les cuento que el día de la Plaza del 25, es
una imagen retórica del pintor Ceferino Carnacini, quien en
un cuadro de su autoría del año 1938 destinado a adornar
billetes en la segunda mitad del siglo pasado. Es ese cuadro, la gran
imaginación de un artista plástico, el que nos muestra
una errónea visión histórica de la Plaza del
25 de mayo de 1810. Cuentan los historiadores que en la plaza no estaba
más del 1 o 2% de la población total de Buenos Aires,
que los paraguas si existían eran muy pocos y caros, y encima
parece que en el mango tenían imágenes del Rey Fernando
VII. Pero lo más entretenido es la historia que French y Beruti
repartían cintas celestes y blancas, los colores patrios. He
aquí otra monumental mentira, o al menos verdad a medias, y
se la debemos a don Bartolomé Mitre y sus erróneos escritos.
Estos dos jóvenes entusiastas de las ideas de independencia,
pertenecían a un grupo de gente que se llamaban Los Chisperos,
y estaban encargados de exaltar a la gente en contra del Virrey Cisneros.
Por eso, ellos fueron los que comandaron una suerte de operativo cerrojo,
al mejor estilo del “piquetero K” Luis D´ Elia,
porque impidieron que a la Plaza del 25 de mayo llegaran ciudadanos
partidarios de Cisneros y opositores a una suerte de primer paso hacia
la independencia. Para identificar a quien dejaban quedarse y a quien
no, parece que se les ocurrió darles a los que iban llegando
e identificaban como partidarios de una Junta sin Cisneros, unos distintivos
de color. El que lo tenía entraba, el que no, era corrido.
No hay acuerdo acerca de cuales eran los colores de las cintas que
repartieron Domingo French (el primer cartero de Buenos Aires) y Antonio
Beruti (que no se sabe dónde fue sepultado su cuerpo). Algunos
dicen que azules como los colores de la banda de la casa real de los
Borbones Reyes de España; otros dicen que celeste y roja representando
éste último a la corona del Rey. Al fin y al cabo, estos
dos revoltosos y agitadores muchachones fueron los primeros en llevar
a gente a una plaza y ponerlos bajo unos colores identificativos como
partidarios de una idea política.
Finalmente, les quiero decir que eso que se ha decidido llamar la
Revolución de Mayo, fue un acontecimiento totalmente “porteño”.
El resto del “país”, ni enterado ni consultado.
En el Cabildo Abierto del día 22 se dejó bien asentado
que no se podía esperar a que se reuniese un congreso representativo
de todas las Provincias del Virreinato que en ese entonces incluía
lo que hoy es Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Se adoptó
la tesis que Buenos Aires es la hermana mayor y por eso tenía
que velar y tomar decisiones urgentes para bien de todos. Es por eso
que se tarda más de un año en que todo el país
se identifique con la Primera Junta de Gobierno que asumió
el 25 de mayo tras el golpe de estado militar que hizo con su Regimiento
de Patricios el muy respetado y aclamado Cornelio Saavedra, la noche
del día 24. Sí, tal como Ustedes lo escucharon, la Patria
del 25 de mayo nació con un golpe de estado militar que derrocó
(le pidió la renuncia no como Virrey sino como Presidente de
la Junta elegida en el día 24) al ya muy odiado Sr. Baltazar
Hidalgo de Cisneros, el representante del Rey de España en
esas zonas de América.
Con esto que les he dicho, solo pretendo contribuir a desenterrar
anécdotas muy astutamente ocultadas o tergiversadas por pensadores,
políticos y gobernantes según sus propios intereses
sectoriales. Los invito a Ustedes alumnos que hagan de cada 25 de
mayo que les toque vivir en adelante una imperdible oportunidad para
recuperar nuestra enmarañada historia y reclamar que ya es
hora que nos digan una verdad testimoniada sobre lo que pasó
en esta Argentina heredada.
Prof. CARLOS ALBERTO TORRES
Villa Mercedes (SL)