Opinión - Sobre el 'Río San Luis' y la 'Rotonda Torrontegui'
Esa rara costumbre de nombrar las cosas mal
En San Luis se ha instaurado la costumbre -a partir de la decisión
unánime de Alberto Rodríguez Saá- de nombrar
las cosas a gusto y placer sin que haya designación oficial
que lo respalde. Un día se levantó con ganas de que
el tradicional Río Seco se llamaría Río San Luis
y allí quedó perpetuado el nombre para sus acólitos.
Cuando un acuifero cortó la ruta 8 entre Juan Jorba y Villa
Mercedes, lo bautizó Río Nuevo y así quedó.
Él decidió que el lugar donde tiene sus fundos debía
llamarse Estancia Grande (y también echar a los vecinos pobres)
y así fue. Lo raro es que, en el imaginario popular, sin aparente
presión del poder, al menos de manera formal, un lugar que
debería ser emblemático por que quien lo realizó
vulneró las leyes e hizo todas las cosas de manera ilegal,
lleve el nombre de quien la materializó: hablo de la "Rotonda
Torrontegui" o la "Rotonda María Angélica",
como le dicen.
Quien escribe estas líneas puede estar equivocado o fallarle
la memoria con respecto a la denominación del Río Seco
transformado en San Luis por decisión del entonces gobernador;
pero si la Legislatura no sancionó ninguna ley que lo nominara
de esa manera, es incorrecto llamarlo de ese modo.
Lo que si puede afirmar con certeza es que no hay ninguna Ordenanza
que nombre a la rotonda que se encuentra ubicada sobre la Ruta Nacional
N° 147 cuando interseca con Paula Domínguez de Bazán
(según el googlemaps) o Esteban Adaro (según nuestros
archivos). Para ser gráficos, el lugar donde los camiones se
dan vuelta y quedan con las ruedas para arriba.
Esa obra la realizó la fallida 'intendenta' de San Luis, elegida
entre gallos y medianoche e impuesta de prepo por el rodriguezsaismo.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación borró su mandato
de un plumazo y declaró ilegal sus actos. Obviamente que nunca
fue juzgada por su 'gestión', sino que tras ocupar otros cargos
de relevancia, hoy por el cargo que dententa en el Senado, es la tercera
en la línea sucesoria detrás del vicegobernador Jorge
Díaz.
Pero esa rotonda inaugurada el 17 de febrero de 2005, algunas noches
antes de que la Corte la despojara de su ilegítimo sillón,
quedó en el imaginario oficialista como "la rotonda Torrontegui".
Así figura cuando se refieren al lugar los partes policiales
o de alguna otra índole. Ahora resulta sugestivo que en una
gestión que se supone continuadora, al menos por el signo político,
de la que cuestionó a la usurpadora del poder, nombre también
al lugar como "Boulevard Rotonda (María Angélica),
Iglesia Cristo Rey", según el parte informativo que envía
la Municipalidad de San Luis.
Si la rotonda no tiene nombre, pues bien, que el Ejecutivo envíe
un proyecto para dárselo o que instruya a sus concejales para
que tomen la iniciativa en ese sentido. No parece el mejor ejemplo
que un sitio de la ciudad lleve el nombre, aunque sea de modo informal,
de quien se arrogó la representación popular y llevó
a la provincia a ser un triste ejemplo al tener en forma paralela
dos intendencias nada menos que en su ciudad capital.
Las palabras no solo nombran a las cosas, sino que están llamadas
a convocar a que las cosas sean tal cual las imaginamos.
Gustavo Senn
gustavosenn@gmail.com