Opinión por Alberto ‘Tochi’ Moreno

De la construcción del feudo - Nuestra identidad y la historia robada

No hace mucho pasó la Semana de la Puntanidad promovida con bombos y platillos por el gobierno provincial y a la que se refirió en varias ocasiones el ex Gobernador Alberto Rodríguez Saá, tan amigo de historiar. Pero como advierto una intencionalidad olvidadiza en actos, proclamas y recuerdos, vengo nuevamente a recordar lo que sin duda alguna forma parte de nuestra identidad, como lo es la rica historia sanluiseña de identificación, adhesión y participación en la gesta del Padre de la Patria, Gral. José F. de San Martín.

San Luis fue generosa en el aporte de hombres al original Regimiento de Granaderos a Caballo, al punto que tres puntanos murieron en el bautismo de fuego de ese regimiento en la batalla de San Lorenzo, la única librada por San Martín en territorio patrio: Januario Luna, Basilio Bustos y José Gregorio Franco.

Más tarde, los sanluiseños gobernados por Vicente Dupuy dieron al Ejército de Los Andes hasta lo que necesitaban para sobrevivir: alimentos, tejidos, mulas, caballos, bronce, hierro, hombres y hasta algo del escaso dinero que poseían. Donaciones que fueron celosamente registradas por Dupuy, gracias a lo cual puede reconstruirse buena parte de esa heroica historia nuestra y que nos pone en lugar de orgulloso privilegio a la hora de narrar quiénes en la Patria, colaboraron con ese Ejército.

Un rasgo claro y rotundo de nuestra identidad puntana o sanluiseña, ha sido su vocación sanmartiniana, lamentablemente diluida en los últimos años por el escaso respeto (estatal y privado) al día de su recordación el 17 de agosto.

En 1922 y mediante colecta popular terminó la construcción de un monumento allí donde estuvo el campamento de Las Chacras, donde San Martín formó a los muchos sanluiseños que se alistaron para pelear por nuestra independencia.

Esa colecta se tradujo en un busto del Gral. San Martín colocado sobre un pedestal, construido al igual que la plazoleta que lo rodeaba, con granito de nuestra provincia.

Con el tiempo este sencillo monumento concentró los homenajes de gobiernos e instituciones de la provincia y del país. Muchos se expresaron con placas recordatorias, unas modestas, otras no. Todas afirmando y sosteniendo ese rasgo tan nuestro, tan de nuestra identidad, de vocación sanmartiniana.

Cuando en el año 1991 se inaugura el actual Monumento al Pueblo Puntano de la Independencia, las placas desaparecieron sin que hasta la fecha alguien haya dado explicación alguna.

El proyecto original había previsto que esas placas fuesen trasladadas junto con el busto original, a la Casa de los Osorio, dentro del mismo predio. El busto está allí y tan solo un par de aquellas placas. Del resto nada se sabe.

Las placas fueron quitadas, escondidas o vaya a saber qué, en un claro intento de borrar la historia original del homenaje al Gral. San Martín y buscar que caiga en el olvido la colecta popular que lo promovió.

Esa desaparición tan sospechosa como irresponsable ocurrió en el gobierno de Adolfo Rodríguez Saá, quien como tal debió proteger ese patrimonio histórico sanluiseño expresión reitero, de la vocación sanmartiniana de nuestro pueblo.

Alberto Rodríguez Saá a la sazón senador nacional y hombre interesado en la historia y en nuestra identidad nada dice, nada se ocupa del tema. Si alguien sabe qué pasó con ese pedazo de historia que nos fue robado, son ellos dos.

Si alguien sabe qué pasó con esas placas son esos dos hermanos que nos gobernaron.

Para seguir fingiendo lo que no son, promueven y participan de la puntanidad. La misma que ellos destruyen desde sus prácticas políticas plagadas de disvalores, sobre los que han construido este gobierno de neto corte feudal.

La puntanidad es, entre tantas otras cualidades, sanmartiniana. El que en medio de una obra de gobierno haya desaparecido, ante un silencio tan permanente que huele a complicidad, una de las expresiones de ese fuerte sentimiento para con el Padre de la Patria, es una forma de destruir identidad, de robarnos un pedazo de historia.

No es poca cosa esa desaparición ya que indica una línea de acción.

No es la primera vez que me ocupo del tema, siempre con el silencio como respuesta.

El gobierno provincial, los anteriores y el actual, son responsables de nuestro patrimonio histórico tan ligado a nuestra identidad provinciana y mientras no esclarezcan este hecho, poca autoridad moral tienen para hablarnos de esa identidad y persistirá mi denuncia.

 

 

 

 
   
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