La ofensiva israelí cumplió dos semanas y sumó ataques a periodistas y una escuela de la ONU

Israel amplió los objetivos de sus ataques a oficinas de la prensa internacional y a una de las escuelas que dan refugio a los más de 100.000 palestinos que tuvieron que abandonar sus hogares. Un cohete lanzado desde la Franja cayó en Tel Aviv, muy cerca del aeropuerto internacional Ben Gurion, y provocó la suspensión de todos los vuelos por parte de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos durante 24 horas y las principales aerolíneas europeas durante 36 horas.

Durante toda la jornada los rumores acerca de una nueva tregua humanitaria de unas horas circularon entre los agotados y atemorizados habitantes de Gaza, quienes finalmente abandonaron sus esperanzas cuando cayó la noche y sufrieron otra sucesión bombardeos.

En total, la ofensiva militar, que Israel bautizó como "Margen Protector", ya mató a 633 personas, la mayoría civiles, entre ellos, más de 120 niños, según cifras del Ministerio de Salud de Gaza. Además, más de 4000 palestinos resultaron heridos. Del lado israelí, en tanto, los últimos cinco días de ofensiva terrestre dentro de la Franja le costaron la vida a 27 soldados, mientras que dos civiles murieron a causa de los cerca de 2000 cohetes lanzados por Hamas y otras milicias contra suelo israelí.

Mientras los funerales en Israel por los soldados caídos arrastraron a multitudes en largas ceremonias, en Gaza las despedidas son breves. "La gente es enterrada en fosas comunes o en fosas familiares ya en uso", explicó el ministro de Presupuesto de Gaza y dirigente de Hamas, Hassan al Saifi, en diálogo con la agencia de noticias palestina Maan. Según Al Saifi, la situación está a punto de empeorar porque, ante la intensificación de los ataques israelíes, ya es casi imposible acceder a los cementerios y las morgues de los hospitales ya alcanzaron su capacidad máxima.

Los constantes bombardeos israelíes convirtieron las calles, los pasillos de los campos de refugiados y hasta las rutas de la franja en zonas desiertas. Las cámaras de los corresponsales internacionales apenas logran captar a un puñado de personas que caminan rápido con colchones en sus cabezas buscando refugio en casas ajenas o en alguna escuela de la ONU, o a alguna familia que aprovechó un momento de relativa tranquilidad para salir en busca de comida y agua.

Las playas de la Ciudad de Gaza, donde el jueves pasado dos proyectiles de la Marina israelí mataron a cuatro niños que jugaban a la pelota, están ahora vacías, en silencio. Cerca de allí, en el puerto, muchas de las barcazas de pescadores están calcinadas.

En uno de los tantos bombardeos, un proyectil destruyó varios pisos de un edificio civil en el centro de la Ciudad de Gaza. En el último piso del edificio, que recibió el primer bombardeo "de aviso", funcionaban las sedes de la cadena de televisión qatarí Al Jazira y de la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP). No hubo víctimas porque los periodistas lograron abandonar las oficinas tras el "aviso" inicial.

Sentado a pocos metros de allí, uno de los periodistas, armado con un casco y un chaleco antibalas, miraba absorto al edificio que había perdido varios pisos. Las fuerzas israelíes "nos dijeron que fue un error, pero que en cualquier caso era mejor que no nos volviéramos a acercar", dijo el periodista a EFE. El Ejército sostiene que sus ataques están dirigidos a destruir el armamento de Hamas y su infraestructura, especialmente los túneles a través de los cuales los milicianos palestinos intentan infiltrarse en Israel. Tel Aviv informó hoy que ya encontraron 23.

Más tarde, otro ataque israelí golpeó una de las 69 escuelas de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, que desde hace una semana se convirtieron en refugios para los más de 100.000 civiles que tuvieron que huir de sus hogares. Según informaron testigos a EFE, la escuela, ubicada en el centro de la Franja, albergaba alrededor de mil civiles palestinos. El ataque no provocó nuevas víctimas porque el director de la escuela, alertado por la presencia de soldados israelíes en la zona, había ordenado evacuarla.

Horas antes la propia UNRWA había denunciado que había descubierto material bélico escondido en una de sus escuelas y que había procedido a retirarlo. La agencia de la ONU sostiene que revisa sus edificios sistemáticamente. Pese a ello, la UNRWA alertó que actualmente no puede utilizar 23 de sus instalaciones por temor a ser atacados, según informó la agencia de la ONU en su cuenta de Twitter.

Al caer la noche, los bombardeos seguían sacudiendo el pequeño, empobrecido y sitiado territorio palestino. La entrada del hospital Shifa, uno de los principales centros médicos en la Ciudad de Gaza, estaba abarrotada de hombres, mujeres y niños que gritaban y lloraban, y sólo se movían para permitir el ingreso de las ambulancias, que continuaban llegando con muertos y heridos de los últimos ataques israelíes. Pese a la oscuridad y a la certeza de una nueva noche de bombardeos y muerte, muchos de ellos esperarán en el jardín de enfrente del hospital hasta saber si sus seres queridos sobrevivieron o no a una nueva jornada de una ofensiva israelí que parece no tener fin.

 

 

 

 

 
   
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