El gobierno mendocino salió a defender al fracking

El ejecutivo mendocino comandado por el radical Alfredo Cornejo pretendió explicar que la técnica que consiste en la perforación de un pozo vertical u horizontal, entubado y cementado, a más de 2.500 metros de profundidad, no producirá daños medioambientales.

El Gobierno de Mendoza defendió el la práctica de estimulación hidráulica conocida como fracking, para la explotación de hidrocarburos no convencionales.

Lo hizo desoyendo y desafiando el crecimiento de las protestas contra esa práctica -considerada altamente contaminante- en el sur de la mencionada provincia.

El gobierno dijo que “la Ley Nacional de Hidrocarburos estableció un plazo de 35 años para las concesiones de explotación no convencional sin una normativa que regulara el impacto ambiental de la actividad”.

“Con la reglamentación del decreto provincial 248 publicado el 9 de marzo en el Boletín Oficial, Mendoza se transforma en la primera provincia que se compromete a preservar el ambiente y a no contaminar las reservas de agua”, dijo el gobierno mendocino en un comunicado.

“La estimulación hidráulica con regulación ambiental no implicará el uso de explosivos, disolución de la roca, cóctel de químicos altamente tóxicos, temblores ni sismos, ríos subterráneos de contaminantes, emisiones excesivas hacia la atmósfera y excesivos volúmenes de agua”, aseguraron.

Sin embargo, las experiencias en torno al fracking no generan -para nada- un buen augurio con respecto a la contaminación ambiental. En los últimos días crecieron las protestas contra el fracking, que es rechazado por distintos movimientos ambientalistas de la provincia que sostienen que "está muy cuestionada en el mundo por la contaminación que genera".

La técnica consiste en la perforación de un pozo vertical u horizontal, entubado y cementado, a más de 25 cuadras de profundidad. Es decir, un literal "cuchillazo a la Tierra" que tendría una extensión aproximada a la distancia que existe entre Retiro y Constitución.

Sin embargo, no solamente incurre la perforación en sí, sino el uso desmesuradísimo de agua dulce, potable. Un recurso natural genuino, finito, y no renovable.

El agua se inyecta a través de un mecanismo a alta presión, de modo que supere la resistencia de la roca y abra una fractura (fracking) en la corteza terrestre.

El agua es mezclada con varios productos químicos (estudios afirman que la cantidad de estos productos varía entre 12 y 250 tipos de fluidos, muchos de ellos cancerígenos) que contaminan las napas en forma cuasi permanente.

¿El objetivo? Conseguir gas o petróleo, en detrimento de la contaminación de los acuíferos -que a su vez destruyen irrecuperablemente flora y fauna autóctona-, proliferación de metales pesados y radiactivos, contaminación atmosférica, sonora, migración de nubes de gases tóxicos a través del viento, lo cual provoca multiplicidad de enfermedades terminales en las poblaciones.

Cabe recordar que una pueblada cortó la ruta en 40 en el departamento de San Carlos, a unos 100 kilómetros al sur de la capital provincial, para impedir el paso de los camiones que llevan materiales a los pozos de Puesto Rojas en el departamento de Malargüe.

Precisamente es allí donde, tanto organizaciones de pueblos originarios como ambientalistas intentan resistir al fracking, el sistema que empresas petrolíferas de perforación terrestre buscan instalar en cuatro predios de la región, a pocos kilómetros de zonas densamente pobladas.

Días atrás se realizó en General Alvear una multitudinaria manifestación en la plaza principal del departamento, también en contra de esta forma de explotación de hidrocarburos.

En tanto, los pueblos originarios se oponen a que se les profanen sus tierras ancestrales. Advierten sobre los daños irreversibles de la práctica de mega megaminería, pero son catalogados como antiprogresistas.

 

 

 

 
   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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